Una parte de la historia donde interesa conocer la visión desde el otro lado, más aún si quien lo hace es el historiador e hispanista francés Joseph Pérez, que como su nombre muestra cabalga entre ambos países. En su ensayo Napoléon et l'Espagne hace una descripción de los hechos que no encaja con la visión (manipulada y manipuladora) de Iglesias.
España se compromete con Francia a poner su flota a disposición de Bonaparte para intimidar a Portugal (01.10.1800).
Sin embargo lo más interesante es el juicio que Joseph Pérez hace del error del análisis político de Napoleón sobre España (ya en el desplegable)
Napoleón estaba mal informado sobre España. La ve como un pueblo oprimido por el feudalismo, dominado por un clero oscurantista y fanático, sometido por gobernantes y reyes despreciables. Napoleón creía llegar a España como un libertador. Él piensa regenerar sinceramente este país, sacarle de su letargo, darle instituciones modernas.
La Constitución de Bayona no tiene otro propósito y, aún más, los decretos firmados el 2 de diciembre 1808 en Chamartín, antes de entrar en Madrid: de un solo golpe Napoleón abolió el Antiguo Régimen, elimina los derechos feudales, la jurisdicción señorial, las aduanas internas, la Inquisición; cierra dos tercios de los conventos ... y provoca la reacción de la gente a la que quería liberar de sus cadenas. Cientos de monjes se organizan, en la España de 1808, para rechazar las reformas impuestas desde el exterior y que consideran contrarias a la religión tradicional y al genio nacional.
Como señala Eduardo Montagut supusieron en un conjunto de medidas muy importantes porque prefiguran las que el liberalismo español estableció con posterioridad.
Para concluir, la complejidad no les gusta a los simples y a los demagogos.