Pero mi opinión es: esta es una democracia de baja calidad y de raíces muy endebles. Los españoles no han experimentado durante años o generaciones ni se han transmitido lo que significa vivir en un regimen de libertades democráticas.
A ello contribuye, dice: “la derecha española, que me parece muy bruta, poco proclive a la transacción que forma parte de la vida democrática. Creo que ahora estamos en un pedido clarísimo de involución porque tienen la mayoría absoluta”. La mala enseñanza de la historia ayuda “ a no tener una visión crítica sobre nuestro pasado”. La prepotencia de la Iglesia, la sumisión del estado a sus deseos, solivianta al historiador, aunque no tanto como cuando se indigna con colegas suyos capaces de “manipular, mentir y tergiversar los que ocurrió en este país antes de la República, en la República y en la guerra” para prolongar el franquismo por otros medios.
El País Semanal 1951/16.02.2014