A mes y medio de las elecciones generales del 20N, el 15M sigue trabajando para tumbar al PSOE, cada promotor con sus diferentes intereses aunque con uno coincidente: conseguir una mayoría absoluta histórica de la derecha.
Los unos para conseguir lo que no consiguieron de 1996 al 2004 utilizando como modelos los laboratorios de Madrid y Valencia, los otros deseosos del cuanto-peor-mejor y de jugar la vieja estrategia de la espiral-de-acción-reacción que nos llevará a la III república (dicen).
De nuevo las proclamas ambiguas, esta vez con la novedad del apoyo internacional (limitado; p.ej., Francfort: 5.000, Bruselas: 6.000, Berlín: around 10.000, Tokio: 100-300 personas, Sydney: entre 200 y 2.000, Melbourne: 750, Taipei: 100, Hong Kong: 200, Dinamarca: 3.000 … parece que mucho ruido y pocas nueces). Y, de nuevo, la Puerta del Sol llena con la cola de la manifestación en Cibeles. ¿500.000 asistentes? Muchos ceros, tal vez sobre uno. Según Lynce la manifestación del 19 de junio reunió a 37.742 mientras que DRYA afirmaba, a ojo, que habían sido 200.000. La realidad: en la Puerta del Sol al completo (también según Lynce) entran unas 18.000 personas.
Tiremos por lo alto, sumemos las valoraciones aparecidas en wikipedia: Resto de Europa 200.000~460.000; America del Norte 12.000~20.000; Oceanía 5.000; América del Sur 11.000~100.000; España 300.000~1.000.000… El total estaría entre el medio millón, y el millón y medio (del que un millón se habría manifestado en España).
De nuevo leemos y vemos a los representantes que nadie eligió y a los expertos que ocultan su filiación política. De nuevo el trato benévolo de El País. Todos trabajando por conseguir una mayoría absoluta del PP y la fragmentación del voto de izquierda.
Esta es la historia de la mayor manipulación política en la historia reciente de España. Una historia que comienza con el informe Transforma España, sigue con el 15M y acaba en Podemos. Una pinza de facto entre quienes buscan fragmentar el voto de la izquierda para conseguir la victoria del PP y quienes pretenden importar el "socialismo del siglo XXI" tras haber colaborado estrechamente con países como Venezuela, Bolivia y Ecuador. Ambos extremos ponen en peligro nuestro futuro.