La dirección de Podemos, ya de forma abierta después de las elecciones europeas, apostó por una estrategia que, a pesar de presentarse como audaz, tendía a adaptarse a “la opinión pública” para bien y para mal.
Hay como una sensación de cierto desasosiego, de cierto cansancio en muchos sectores que se habían ilusionado con Podemos. La posibilidad de ganar las próximas elecciones generales parece alejarse y la percepción de una vuelta una guerra de posiciones reabre debates soterrados pero fundamentales.Se puede pensar que las expectativas electorales empiezan a agitar las sólidas aguas de Podemos.
Errejón se queda solo en Podemos: Iglesias y Monedero se plantan ante la deriva centrista.